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2033
La alfombra roja de los Premios Gaudí de cine: rastros de seda en una noche fría.
El equipo completo del filme El Niño recibió con aplausos y griterío entusiasta la llegada a la alfombra roja de la encantadora Bárbara Lennie. Hacía más de media hora que le esperaban para hacerse una foto de conjunto en la fría -muy fría- noche barcelonesa.
Pero a la actriz la entretenían los reporteros en el backstage, donde estaba habilitada la peluquería a cargo de L’Oréal y trabajaban los mejores espadas de Comte, Josep Pons y New Look. A Bárbara Romi y Frank de New Look le peinaron con aire sofisticado su extremado corte pixie. Pocas actrices se atreven a renunciar a la melena: «lo llevo corto por motivos profesionales», decía sincera.
Fuera, Eduard Fernández, su compañero en El Niño -y también ganador de la noche- le esperaba con paciencia haciéndose fotos con su hija Greta, que ha protagonizado un corto, Alex: «Estoy orgulloso y el día que gane un premio será maravilloso «, comentaba.
Lennie lucía un ajustado diseño de Stephane Rolland, sin escote: «sabía que la temperatura no acompañaría». Y tenía razón. A la entrada del Club Sant Jordi las actrices temblaban de frío dentro de sus efímeros vestidos. Su colega en El Niño, Mariam Bachir, iba de Charo Ruiz Ibiza. Como si estuviera en una boda playera.
Ingrid Garcia-Jonsson era la más atrevida con un Cortana que era casi como una camisola de dormir. Dice que el filme de Jaime Rosales, Hermosa Juventud, le ha cambiado la vida: «Antes estaba muy centrada en mí misma y me he dado cuenta de que hay mucha gente que tiene problemas».
Aina Clotet lucía un escote casi hasta el ombligo, al estilo Jennifer Aniston, de Menchén Tomás, una firma que desfila en la pasarela 080 a partir de hoy y que ya son casi sus diseñadores de referencia. Eligió el rojo porque es un tono pasional y ganador.
El mismo tono de Natalia Tena, una de las triunfadoras de la noche junto con David Verdaguer, los protagonistas del curioso filme 10.000 kilómetros.
La actriz envolvía en pieles su resfriado mientras su amor escocés se convertía en la atracción de la noche con su falda tartán: «De verdad que no lleva nada debajo», nos aseguraba un divertido Verdaguer, que llegó con un look muy Grouxo, con gafas redondas y bigote. «No es algo buscado, no veo bien y el bigote es necesario para la obra teatral que estoy haciendo ahora», comentaba nervioso y emocionado por la repercusión inesperada de un film que narra una relación de pareja en la distancia i que «no termina bien», a pesar de que algunos vean un final abierto. Llevaba un esmoquin de Tween.
El esmoquin de Jesús Castro era de Roberto Verino y lucía lentejuelas en las solapas: «Alguien me ha dicho que era demasiado atrevido pero creo que hay que arriesgar, ¿verdad?». ¡Por supuesto! A los cronistas nos encanta el riesgo, y sobre todo cuando se atreve alguien tan atractivo como el chico revelación del momento.
«Es la segunda vez que vengo a Barcelona pero siempre es por trabajo y veo muy poco.Ahora he descubierto la plaza de España» comentaba junto a otra mujer valiente: Nausicaa Bonnín, que llevaba un vestido de Talia Baker hecho con rollitos de ganchillo hechos por ex presidiaria mexicanas.
Como vestido original también destacaba el Zazo & Brull de Mercè Pons.
El mono azul oscuro de Mercè Montalà firmado por Cristina Tamborero era sobrio y elegante. Nos muestra su clutch de nácar vintage, que funciona de estupenda pitillera.
Ventura Pons llevaba un Antonio Miró del año 96.
El director del esteticista film Stella Cadente, Lluís Miñarro, vestía una americana hecha «con tejido de fallera» y complementos de Etro.
La actriz Montse Alcoverro lucía un vestido de gala clásico firmado por José Fuentes.
Assumpta Serna llevaba joyas modernistas de Masriera.
Ona Carbonell llegó vestida de Cortana.
Juan Antonio Bayona con un traje de Rosas & Beats: «Me quedan 4 semanas para terminar el rodaje de A monster calls en Terrassa y estoy muy contento de cómo va todo». Jota nunca falla a la hora de apoyar el cine catalán. Esta gala es para Isona Passola «la de la consolidación en todos los sentidos, en sponsors, en gente, en votos, en autoridades que vienen…»
El montaje era bastante impresionante. Era la primera vez que en el espacio anexo al palau Sant Jordi se colocaba una grada como si fuera un cine. Parece mentira que todo comenzara hace 7 años casi en familia en un estudio de TV-3. «Sin utopía no hay futuro», dijo en el escenario Eduard Fernández citando el obispo Casaldáliga.
Bromitas a parte, Jordi Cruz (que presentaba un premio) llegó con su novia, Cristina Jiménez.
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