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Manolo Blahnik: «Los tacones bien hechos no hacen sufrir»


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El invitado estrella de la 080 Barcelona Fashion presenta su libro y nos cuenta que no le motiva nada asistir a desfiles, que ama el cine mudo y que nunca se le hubiera pasado por la cabeza llamar a sus  zapatos Manolos

Dice Manolo Blahnik que quiere ser recordado como alguien que hacía lo que le daba la gana, pero el jueves 4 de febrero, como gran estrella de la última jornada de la 080 Barcelona Fashion, tuvo que seguir un programa muy pautado (entrevistas, conferencia pública , cóctel con personalidades, presentación de su libro Fleeting gestures and obsesiones …) y lo hizo haciendo gala de una gran simpatía, educación, sentido del humor y bagaje cultural.

Vestido como un auténtico dandy (de primaveral lila, con calcetines de rayas y pajarita a cuadros), el zapatero de las estrellas admitió que pertenece a una generación que siempre ha cuidado mucho la manera de vestir, «pero desde hace unos veinte años el mundo ha cambiado. Europa es diferente y corre peligro nuestro bienestar. Antes en Barcelona encontrabas los mejores algodones, textiles … ¡había americanas que duraban quince años! Ahora nos tenemos que adaptar a otra forma de pensar.» Y no le gusta. El zapatero se rebela ante las copias de productos que hace China, considera «estúpido» que se lleven zapatillas deportivas a todas horas y odia las plataformas: «Destruyen la proporción del cuerpo y me recuerdan la época horrible de los años cuarenta.»

Sarah Jessica Parker popularizó sus tacones en Sex & the city y los convirtió en objetos de deseo mundial que han calzado celebs como Madonna, Victoria Beckham y Lady Di. ¿La fama, le cambió la vida? «No, no sé qué es la fama. Te tratan muy bien en los lugares donde vas, pero en el fondo no es nada, porque yo no soy Unamuno o Henry James, ¡tan sólo hago zapatos!» Unos zapatos que popularmente se conocen como Manolos, un nombre que le honra pero que no le gusta  «porque parece el de un bar de toreros jubilados «. Como se lo pregunto yo, me responde mirándome a los ojos y levantando las manos, mientras el resto de compañeros ríen con ganas.

Nacido en 1940 en Santa Cruz de la Palma (dice que aún cuida de los plataneros de la familia, ahora de manera orgánica), no se decide por ningún nombre de mujer cuando le citas algunas de las que adora como Rihanna, Paloma Picasso o Bianca Jagger: «Todas son fantásticas; a mí todo en la mujer me gusta, creo que tengo una parte de cerebro femenino «, asegura. Y si le preguntas por la tortura que es caminar con tacones todo el día, se alarma y responde convencido: «No, no. Si sufres con los tacones es porque llevas unos zapatos mal hechos. Después de 45 años como zapatero, sé lo que digo.» Pero Blahnik no nació pensando en zapatos. Hizo de fotógrafo y también diseñó escenografías teatrales, pero se desencantó «porque es un mundo histérico donde no hay tiempo de hacer nada». Le gustaban las manualidades y comenzó a diseñar zapatos a raíz de un viaje a Nueva York a principios de los setenta. Crea sus Manolos en soledad, «con un vómito de ideas», escuchando música, y corrige los prototipos como un artesano. Todas las piezas están confeccionadas cuidadosamente, con materiales de alta calidad: «Siempre me rodeo de colaboradores que piensen y trabajen como yo», dice.

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Aunque la cita es en la 080 Barcelona Fashion, el diseñador no se corta al afirmar que desde hace un tiempo no le interesan nada las pasarelas: «Son espectáculos para entretener a la gente y todo casi siempre es igual, me gustaría volver a tiempo en que se hacían pequeñas presentaciones «, dice, aunque no es una persona nostálgica. No quiere hacer balance de su trayectoria, aunque en estos momentos, además del libro, se está haciendo una película sobre su persona, y se prepara una muestra.


El pasado le sirve para recordar imágenes y momentos que la han impactado, y de los que bebe creativamente: las noches en que su madre, «una mujer poseída por Lorca y Machado», le leía cuentos de Enid Blyton para ahuyentar a los pesadillas; las coplas que escuchaba en la infancia y que de vez en cuando tararea; el descubrimiento de la película El Gatopardo y Barry Lindon (sus preferidas), los paseos por El Escorial o el Museo del Prado … Blahnik es un amante obsesivo del cine, especialmente del mudo. La encanta la actriz Constance Bennett, pero también la sutileza e imaginación de los filmes que se rodaron bajo la censura del código Hays, y el trabajo de Maribel Verdú y Ángela Molina. Se declara admirador de Yves Saint Laurent, de John Galliano y también de Sybilla.

Desde Londres, donde vive desde hace años, y donde acaba de abrir nueva tienda, asegura que no sigue la política de nuestro país. Su firma también tiene un edificio entero en Nueva York, aunque él se considera «hijo de todas partes, gitano». Enamorado del Mediterráneo, ama Barcelona, Nápoles y Sicília, la patria de su adorado Fabrizio, protagonista de El Gatopardo. ¿Ha hecho ya el zapato perfecto?, le pregunto.  «No, no lo conseguiré porque nunca estoy satisfecho del todo!»
Rosa Oriol también asistió al aperitivo en honor de Blahnik

Los amigos de Blahnik en Barcelona se llaman Manuel Outumuro y Toni Bernad, los dos fotógrafos que saludó ayer públicamente durante la charla en la Lonja. También asistieron Óscar Tusquets, Francina Díaz y diseñadores como Rosa Tous, que llevaba un zapato Mary Jane de Manolo de diamantes colgado al cuello. Es la pieza más valiosa de una colección que realizaron conjuntamente los joyeros manresanos con el diseñador.

 

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