No puedo con los Bridgerton

No puedo con los Bridgerton. Mira que me gusta el glamur, pero cuando me pongo la serie estrella de  Netflix y  Shonda Rhimes -que cobra150 millones de dólares- me aburren sus previsibles tramas de amor y desamor en la sociedad machista y elitista de principios del siglo XIX en el Londres de la Regencia narradas en off por un personaje desconocido al más puro estilo Gossip Girl.

Fue una época frívola y festiva con la que podía haber jugado saltándose los tópicos. Pero no lo hace. Adapta las obras de Julia Quinn, con el argumento típico de la chica rica que se rebela –dentro de las normas morales—para conseguir casarse con el chico que le gusta, un guapo aristócrata, que en el mundo de Shonda aparece muchísimas veces sin camiseta.

Porque el punto sexy es importante en una serie que busca captar al público femenino enclaustrado en casa en plena pandemia. Y, vistas las cifras, lo consigue. El protagonista es un taciturno bellezón de piel morena. Sí, la serie se salta el racismo de la época con una explicación tan absurda como que la reina Carlota –de quién es cierto que se sospecha que podía tener algún antepasado de color—era mulata e impulsó una corte de bellos y poderosos hombres y mujeres negras. Si rompes esta regla, ¿por qué no también nos rebelamos ante el machismo cabalgante y hacemos que la protagonista quiera ser, por ejemplo, médico?

Solo un personaje, su hermana Eloise, se parece un poco a la Jo de Mujercitas. Casi nada comparado con el aluvión de tiempo dedicado a los esfuerzos que hacen del resto de jovencitas para conseguir formar una familia con alguien -bien posicionado- del que se han enamorado.

Buscan ser una estupenda ama de casa con muchos niños porque si no “vamos a ser infelices” de por vida. ¿Os parece un mensaje inspiracional para las adolescentes de hoy en día? A mí me preocupa. Por eso lo cuento este 8 M. Hasta los guiones de la Disney son más avanzados.

Solo puedo entender el éxito de esta más telenovela que serie porque esta situación de encierro nos empuja a buscar distracciones frívolas con mucho baile, brillantes vestidos, evasión romántica…Pintan una realidad casi onírica con un diseño de producción fantástico y fantasioso

donde poco importa que las burbujas de cava sean servidas en copas anacrónicas. Espero que la aburrida The Bridgerton pase a la historia como una serie de estilo modoambiente de las que se veían sin ver en la pandemia del Covid19 mientras se revisaban los mensajes del móvil.

Como ocurre con la estereotipada Emily en París. Las series buenas, The Crown, Gambito de Dama (estrellas de los Globos de Oro), Antidisturbios    (premios Feroz),  Patria, Your Honor… son otra cosa.  Feliz día.