Javier Mariscal en el Palo Alto Market
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Javier Mariscal fue el protagonista de la nueva edición del mercadillo de Palo Alto con su monólogo naif sobre el origen de los colores. Una adaptación del que presentó en el Festival de Peralada.
Cuando llega el sol del verano la vida se llena de playas, de platos combinados, de top less pero poco a poco el amarillo se vuelve oxidado, oro viejo, like a rolling stone. Luego vendrá el naranja, el rojo pasión a ritmo caribeño y un boom de colores que se fusionaran y acabarán en negro.
Palo Alto es también una fusión de almas libres con espíritu vagabundo. Like a Rolling Stone. Incluso a 35 grados (que era la temperatura del domingo 5 de julio en Barcelona), una vez al mes se llena de negocios que buscan con imaginación nuevas formas de abrirse camino en tiempos difíciles.
Como las mochilas rústicas de piel Rowdy, hechas en Ciudad del Cabo sin intermediarios y con ¡garantía de por vida! Los turistas se las llevan de calle.
Como la «ropa nómada» vintage y londinense de The Suspenders
Y como la comida de food truck autenticamente mexicano de Corazón de agave (la planta del tequila), con su impresionante cóctel de gambas. El agua de Jamaica dulce y tonificante de Blanca y Peter me alivió un montón cuando el calor se impuso sin compasión. Aunque el mar está a tocar, la brisa se había ido de vacaciones. En agosto no habrá mercadillo. Hacen bien.
«Tenemos un listado de 3000 firmas que quieren estar allí y cada vez la selección se hace más difícil», me cuenta una de sus promotoras, Paula Mariscal, en la parada de Jop Tees (camisetas de producción local con algodón buenisimo). La de estrellitas me costó 15 euros, de rebajas. Todos deben pasar un estándares de originalidad y valores añadidos como el buen gusto y la sostenibilidad. Como la británica Natalie Ross, que canta y vende ropa estilo pin up 100%.
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El mercadillo se ha ganado el calificativo de hipster pero también es muy familiar. Solo por el jardín, que Javier Mariscal siempre ha mimado con esmero, ya vale la pena ir. A final de año calculan que llegarán a los 200.000 visitantes. hay entre 120 y 150 paradas cada edición, y ya han pasado más de 600, «no repetimos demasiado, siempre hay una rotación del 30 al el 40 por ciento», me cuenta Isidre Estévez, responsable de comunicación (a la derecha de la foto, un selfie hecho por Sandra Gallart, Energy Support).
Me encantaron las almendras garrapiñadas de Can Faba
También estaban las gafas de los chicos de Emian Böhe, que me puse en la pasarela 080. Plancha de acetato de celulosa italiana trabajada artesanalmente. Aires retro de futuro. Muy chic. Foto de EnergySupport.
Com véis, en el último Palo Alto de la temporada el amarillo Rolling Stone era intenso, como el calor ambiental y los ritmos trepidantes africanos de Golfo de Guinea y León Zelig.
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