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Las claves del estilo Jackie K


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«Vestiré con tanta elegancia como si John fuera presidente de Francia», pensó la futura primera dama. Y eligió Oleg Cassini para hacerlo realidad. 

 

Oleg Cassini encontró a Jackie Kennedy en el hospital donde acababa de tener John John. Faltaba poco para que ocupara la Casa Blanca y quería que el creador, de larga trayectoria en los vestuarios de Hollywood, le hiciera algún modelo. El diseñador rehusó la oferta y ante la sorpresa de la mujer más importante del momento, le dijo que de nada le serviría escoger un vestido aquí y otro allá.
El secreto de su éxito como primera dama sería crear un estilo propio, único, que la identificara. No quería hacerle un vestido, quería idear un concepto global de moda que desviara las miradas de la chic París a Washington. «Tienes la ocasión de crear un Versalles americano», le dijo. Jackie, admiradora de la moda francesa, abrió los ojos más aún y aceptó Cassini como Pigmalión de estilo. El resultado es historia.

El diseñador se adaptó al cuerpo y a la maneras de Jackie para conformar un armario a medida sin estridencias, elegante y juvenil. El abrigo beige del día de la investidura ya apuntaba las líneas geométricas de futuro, con unos guantes y un gorro, el pill box, que para siempre se asociará a su figura («enmarca lo que interesa, el rostro») .

Los vestidos de línea A (triangular) sin mangas, limpios, arquitectónicos y elaborados con las mejores telas, serán su seña de identidad. Cassini ve a Jackie como si fuera una esfinge egipcia, con cuello largo, estrecha de caderas y aspecto imperial. De día, va sobria pero con colores alegres, y de noche, hace gala de una suntuosidad refinada. Sin escotes, porque no tiene pecho para lucir, pero mostrando sus potentes hombros.

Según cuenta el modisto en A thousand days of magic (Rizzoli) a Jackie le gustaba «lo mejor de todo». Gasta mucho y rompe con el puritanismo americano luciendo con elegancia valiosas joyas. Cassini le hizo más de 100 vestidos el primer año y más de 300 en total, y convirtió a Jackie en un icono de moda internacional, no exenta de polémicas: aún no está claro si el conjunto que llevaba a Dallas era un caro Chanel auténtico o una cuidadosa copia (para evitar las críticas de despilfarro). Su vestuario era imitado en todas partes (los grandes almacenes utilizaban maniquíes con su cabello y con su físico) y ayudó sin duda a configurar el sueño de Camelot. Después, con Onassis (cuando sea Jackie O) todo cambiará. Será una de las iniciadoras de bohemian chic o lujo relajado.

JFK también renovó el estilo de la Casa Blanca luciendo corbatas estrechas, americanas impecables de dos botones y conjuntos deportivos con gafas Ray Ban para navegar. ¿Y el perfume? De viaje por Francia el aristócrata Albert Fouquet le regaló un frasco de colonia. Al futuro presidente le gustó tanto que le pidió que le envíara «ocho y uno para Bob». Por eso se llama  Eight & Bob, y se vende todavía. En esta historia oficial el pijama de Marilyn, Chanel n. 5, no tiene cabida.

 

Dossier Jackie Kennedy:

(I) Jackie & JFK: El glamour de la falsa felicidad

 (II) Las claves del estilo Jackie K

 

 

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