Vestidos históricos en una mansión de impacto
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Que casualidad que yo tenga la misma cazadora. Era una colección inspirada en Barcelona y en la espalda aparece el dibujo de una baldosa del Passeig de Gràcia |
Todo un espectáculo es la exhibición de algunas de las nuevas adquisiciones de la colección ANTONI DE MONTPALAU, que dirige Josep Casamartina. Tiene lugar en la casa donde vivió Manuel Rocamora, el primer gran coleccionista de trajes de Barcelona, que cedió su amplio fondo al antiguo Museo Textil y de la Indumentaria, ahora incluido en el DHUB. Comenzó recogiendo cerámica, pero como se le rompían piezas se fue interesando por los vestidos de su madre y en muchas otras cosas como tarjetas de visita, libros… que hoy conserva una FUNDACION con su nombre. Rocamora vivió en una casa en la calle Montcada hasta que compró la del Putxet en el 35, que primero alquiló y después (ya pasada la guerra civil) ocupó. Consiguió vestidos y tejidos del siglo XVIII hasta los años 20, la modernidad no le interesaba. «Por eso a mí me llaman el pequeño Rocamora», cuenta Casamartina que recibe donaciones de trajes contemporáneos tan interesantes como los 200 que ha cedido al fondo la familia Caparrós Sanahuja.
Carme Sanahuja con un vestido ochentero de Todo para la mujer |
Carme Sanahuja y su marido, durante años vinculados al textil, son los suegros de la diseñadora Txell Miras, que esta semana ha estado en el REC de Igualada, la concentración de pop up stores más grande de Europa. En la exposición, que se puede ver en horas concertadas (casessingulars@casessingulars.com), encontraréis algunos preciosos vestidos que ha llevado Carme, como un Dries Van Notten y un Moschino (en el centro de la segunda foto).
Tambíen podréis aprovechar para descubrir los secretos de esta torre isabelina de finales del XIX del Putxet rellena de objetos tan especiales como su propietario, que apasionaban a Joan Brossa: hay cuatro gatos de latón de Picasso, muñecas antiguas, cuadros de Ramón Casas, textos de aeronáutica o un libro sobre el Liceo difícil de encontrar, que llamó la atención de Lluís Sans, propietario de Santa Eulalia y también donante de vestidos. Su fachada no indica para nada el esplendor del interior.
«Cuando trabajaba para Santa Eulalia llegué a desfilar para la señora Rocamora», recordaba Francina Díaz mientras el fotógrafo Antoni Bernad se retrataba junto a un vestido de su madre.
«En la sala principal tenemos la maqueta original de la estatua de Colón», explicaba el amable Eduard Rocamora, sobrino bisnieto del coleccionista y encargado de cuidar del edificio.
Pasear por la casa era tan especial que incluso le quitaba protagonismo a piezas espléndidas como el vestido de novia de Pertegaz de Montse Mechó Cunillera, ex campeona de saltos de natación, que a los 82 años aún salta con paracaídas («he saltado 930 veces en mi vida «). Su familia era amiga del modisto y le regaló el vestido nupcial de la colección de aquel año, 1958, es una pieza ligera, a pesar de la amplia falda, con una lazada rosa, «que era toda una osadía en la época «. Su nuera lo llevó también en su boda en Finlandia, pero a su nieta el Pertegaz ya no le dice nada. Ahora lo cuidará el pequeño Rocamora.
Fotos: Marijo Jordan
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