Rilke, un nuevo espacio con poesía en el plato
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Rilke, el restaurante con nombre de poeta complejo e inadaptado, ofrece platos de cocina catalana supervisados por Rafa Peña (Gresca) en un privado y señorial piso de ambiente clásico renovado
Quién le iba a decir a Rilke que este 2017 no solo seria emblema de la Marató de TV-3, dedicada a enfermedades infecciosas (pincharse con una rosa precipitó su muerte), sino que también su nombre presidiría un nuevo espacio gastronómico en la ciudad. ¡Y qué espacio! De entrada, cuesta encontrarlo. Su nombre aparece en la puerta, junto al timbre, en un edificio con solera del Eixample barcelonés. Te abren, y subes al señorial principal. El restaurante ocupa el lugar del antiguo Beltxenea, pero totalmente renovado.
La llegada al local, casi secreta, me recuerda los míticos Speakeasy clandestinos, y compruebo que no voy muy errada porque la sala que me recibe es un amplio hall convertido en cocteleria. Sillones confortables en tonos cálidos, muebles caoba, barroca barra repleta de licores, amplios techos, columnas señoriales y plantas modernistas. También modernista, el sorprendente cristal de colores del techo a la manera de vidriera ciega, encargado a un artesano, que le da un toque de catedral de la buena mesa.
Rilke, poeta inadaptado amante del arte y de la vida, siempre rodeado de mecenas aristócratas enamoradas, probablemente hubiera encajado en este ambiente clásico cosmopolita, con rincones muy privados, música suave y una terraza interior con escultura incluida, que enamoraría a cualquier romántico.
Entre manteles de hilo, vajilla floreada (recuperada del vasco Beltxenea) y lámparas de diseño, el autor de los sonetos a Orfeo no encontraría cocina alemana, eso no, porque la propuesta de su asesor gastronómico de lujo, Rafa Peña, que ejecuta diariamente Jaime Tejedor, es catalana, moderna y de producto.
Enamorado de la cocina, Peña celebra ahora un año de la ampliación de su Gresca, y no le falta trabajo, ni mucho menos. En su local funciona el boca oreja de maravilla, sin necesidad de márqueting y no para. Pero le han convencido para aceptar el proyecto los socios en la sombra, «porque son muy serios»: el grup Confiteria que ha puesto en marcha o resucitado locales como La confitería, Bar Muy Buenas, Paradiso, Dr. Stravinsky, Maravillas, L’Alegria y Grupo Kafka (Café Kafka, Corner y Bananas). «¡Me he dejado engañar!»ríe Rafa y admite que «sin un buen equipo no me habría implicado, todo lo gestionamos juntos», apunta el chef, que acude al local dos veces por semana.
Rafa confía plenamente en su jefa de sala, Susana Krcivoj (casi una década sirviendo en el Hisop de Oriol Ivern) y en la sabiduría de Tejedor. El cocinero (que no es familia de Carles Tejedor, el Nacional, Lomo Alto) fue jefe de cocina de Saüc y triunfó con Libentia, que fue distinguido como restaurante revelación del 2010 en Madrid Fusión. Pasó un tiempo con Jordi Vila y otro en Londres. Ahora recala en Rilke y desde su estrecha cocina (que difícilmente se podrá ampliar) ofrece platos como las mollejas con ostras y cebolla frita, los calamares preparados a la carbonara o la escudella de pescado con salmonete. Los aperitivos muestran la belleza de la vajilla:
A mi me apeteció una cocotte de verduras y setas:
Un arroz, de intenso sabor, de pez de roca:
El precio no es elevado. Por 45 o 60 euros se puede comer muy bien, probando diferentes propuestas, todas (especialmente ahora en otoño) con sabores intensos con fondo de caza, setas y foie. El pato rustido con salsafina, hecho al vacío:
La cocina, de temporada, se sirve en medias raciones (muy completas) «para que los comensales puedan pedir tres o cuatro y compartir», cuenta Peña, aunque confiesa que él es muy de «lo que hay en mi plato es mio». Es una carta «de entrada muy sencilla, sin estridencias, pero muy sabrosa». Entre los postres, especialmente rico es el flan de azafrán y helado.
Peña ha seguido las obras desde que empezaron, en primavera, y que finalmente han diseñado un lugar con magia, mucho más relajado y sencillo que la compleja, contradictoria y inadaptada personalidad de Rilke, a quién homenajea. Los platos se disfrutan en la intimidad de una sala acogedora y de unos reservados a los que se accede después de ver la pequeña y acristalada bodega:
En las pocas semanas que llevan abiertos, el éxito les ha acompañado. «El sábado pasado fue un poco locura», cuenta Susana, que, como Rilke, tiene raíces centroeuropeas. Los grupos inversores tienen clientes que no quieren perderse una experiencia que, hoy por hoy, se dirige más al público local que al turista. Un speakeasy de nivel en el centro de la ciudad no es cualquier cosa.
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