Nuestra fotografía de moda entra en el museo
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La muestra recoge imágenes viaja desde las imágenes de la época modernista hasta los trabajos hechos con los medios digitales actuales pasando por la llegada de la minifalda a Barcelona
Una mano de hombre elegantemente vestido sobre un pecho de la modelo, que luce una camiseta llena de moscas. La imagen impacta. Sobre todo si la miras con detenimiento y descubres que la mano no es real. Forma parte del estampado. Es una fotografía de Antoni Bernad para el catálogo de la colección de 2003 de Isabel de Pedro dedicada al surrealismo.¡Para mi fue fácil descubrir el truco porque tengo la camiseta! Aunque ya sea casi un vintage, os aseguro que no pasa de moda. Y menos todavía la foto de Bernad, todo un experto en lo que llamamos fotografía de moda. ¿Y qué es? Pues aquella que nos anuncia la ropa que vendrá usando una narración visual que busca captar nuestra atención. «Si haces un buen diseño pero no lo sabes comunicar difícilmente se convertirá en moda», reflexiona Sílvia Ventosa, conservadora de textil y moda del Museu del Disseny que hasta el 27 de marzo muestra la exposición Distinció. Un segle de fotografia de moda.
De Ramón Batlles (1934) a Txema Yeste con estos impactantes zapatos de Ursula Mascaró y Povera Studio (2011), el museo muestra por primera vez 160 imágenes de su colección de 600, firmadas por 38 fotógrafos tan reconocidos como Sergi Jasanada, Xevi Muntané, José Manuel Ferrater, Oriol Maspons, Eugenio Recuenco, Leopoldo Pomés, Manuel Outumuro (foto tomada en Tokio el 1995. Bañador de Guillermina Baeza):
Precisamente de Outumuro se realizó en Barcelona una muestra hace cinco años que acogió 40.000 visitantes. El mismo éxito tuvo la de Mario Testino en el madrileño museo Thyssen, a pesar de los recelos que levantó en algunos sectores conservadores. Pero nadie puede negar un lugar en los museos a unas imágenes que, a pesar de su vocación comunicativa, están dotadas de un componente artístico clarísimo ligado a un propósito, un creador y una época. Un ejemplo, esta imagen de Outumuro claramente inspirada en el film Deseando amar (In the Mood for Love) de Won Kar Wai, que marcó tendencia en su momento. Contemplar su evolución a lo largo del siglo XX es como dar un paseo por lo que hemos sido, y por el momento, a pesar de que vivimos en la era Instagram, el viaje continúa.
Manuel Outumuro, 2005, Vestido de Josep Font |
En la muestra se sigue un orden cronológico pero también se divide por ámbitos temáticos que nos permiten descubrir cómo el autor conjuga su sensibilidad con el momento social que vive o las tendencias estéticas del momento. El comisario Juan Naranjo ha querido incluir el concepto distinción en el título para destacar la elegancia de la moda y al mismo tiempo la diferencia, «que conecta con las vanguardias, desde el modernismo cuando las revistas comenzaron a reproducir fotografías de modelos y vestidos, hasta los medios digitales actuales. «Al entrar encontramos la obra de Pere Casas Abarca, que en 1902 ya retrataba mujeres en entornos confortables vestidas con amplias batas florales al modo Poiret y destilaban modernidad y alegría de vivir.»
Pero será en la década de los 30 cuando surgirá la primera generación de fotógrafos de moda que retratarán las creaciones de casas como Santa Eulalia o El Dique Flotante para publicaciones como D’Ací i D’Allá o Tricornio ya con un estilo muy contemporáneo. Sorprende encontrar imágenes fragmentadas, con puntos de vista curiosos o perspectivas en diagonal, como retrata una modelo con conjunto de tweed Ramón Batlles, que también hace fotos en la playa de ropa mucho más atrevida que la que veremos los conservadores años posteriores.
Y es que en la siguiente sección, centrada en la Barcelona del 1943 al 1969, retrata el esplendor de la alta costura captado al modo seductor y misterioso que dictaban Hollywood y el New Look de Dior, pero siempre con moderación. Como en esta imagen del 1954, atribuida a Hortolà, en que la modelo luce un discreto y elegante Pedro Rodríguez.
Atención a la modernidad de esta imagen de Oriol Maspons del 1956 en que la modelo aparece vestida de Santa Eulalia entre cajas de frutas. Un contraste entre delicadeza y brutalidad que Richard Avedon mostró un año antes en su mítica foto Dovima y los elefantes. La gracia de Dovima vestida de Dior en el rudo circo alcanzó en subasta hace cinco años el precio de 841.000 euros.
Después de estos intentos, el riesgo vuelve en la sala Movimientos, que recoge la expresión artística y contracultural de los sesenta en el mundo de la moda. Hay imágenes estupendas y míticas de Leopoldo Pomés, como las imágenes de la tortilleria Flash Flash, o las medias Platino que anunciaba Teresa Gimpera
Esta zona enlaza con el área dedicada a los retratos, que a partir de este momento reivindicarán la diferencia, ya sea de edad, de clase social o de religión.
Bèla Adler & Salvador Fresneda. 2009 |
Enric Galceran, camiseta de Adidas, Bali, 2006 |
Las dos áreas siguientes plasman la forma en que los fotógrafos nos seducen: recrean fantasías oníricas, futuristas o eróticas y a veces el paisaje es protagonista, sea un entorno urbano cosmopolita como la siempre recurrente Nueva York, o una naturaleza desértica intensamente poética.
Eugenio Recuenco, La cenicienta, vestido de Cymbeline, 2005 |
Pep Àvila. L’estàtua del Fòrum. Vestido de Etro, zapatos de Juan Antonio López, 2008
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