El hotel Majestic celebra 100 años con una cena histórica
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El Majestic nació en 1918 en una Barcelona de 640.000 habitantes sin hoteles de lujo y un siglo después, cuando en la ciudad viven 1,6 millones de personas y ya hay 18 hoteles de alto standing, sigue distinguiéndose por su exquisitez clásica, su gastronomía y su vinculación cultural, social y hasta política con el entorno. Sus salones han acogido a Lorca, Hemingway, Machado… 100 años no se cumplen todos los días. El Majestic lo celebró con un libro y una cena con sus mejores platos históricos en su renovado restaurante
En la presentación del libro que resume los 100 años de historia del Majestic, su autor, Ángel Miguelsanz Arnalot, recordaba una anécdota de thriller policíaco que ocurrió en el hotel en un año tan convulso como 1939. Contaba cómo llegaron a Barcelona huyendo de la invasión nazi de su país el primer ministro y el ministro de exteriores belgas, y como, desde el hotel donde se alojaban, un barcelonés de ascendencia belga-judía, Maurice Hening, les ayudó a escapar hacia Portugal escondidos en una furgoneta Chrevolet después del fusilamiento de Lluís Companys y el mismo día en que Himmler llegaba a Madrid. Los dos políticos consiguieron plantarse en Inglaterra y desde allí constituir el gobierno belga en el exilio hasta su regreso, en 1944. Por desgracia, su benefactor perdería a su familia en los campos de exterminio.
Esta narración de espías ejemplifica como un hotel puede entrelazar sus salones con la vida misma, y hasta con la Historia, sobretodo si ya nace con esa intención. El Majestic fue un proyecto del piamontés Hércules Cacciami que quería dotar de un hotel lujoso al paseo más cosmopolita y burgués del momento, el passeig de gracia, en un momento de esplendor, una vez finalizada la gran guerra. Curiosamente lleva el nombre de Majestic Hotel Inglaterra para que quede bien clara la posición aliada de sus propietarios. «En un contexto emprendedor y moderno, el hotel se convierte en un proyecto cultural, económico y social vinculado a la burguesía ilustrada», cuenta l’exconseller, Joan María Pujals, el que fuera impulsor de Port Aventura. Los anuncios de la época vendían el establecimiento como todo un referente del lujo, con su calefacción y lavabo en todas las habitaciones.
Hasta los años 30, el Majestic vibrará al compás de una ciudad que vive la Belle Epoque, el jazz de los veinte, se celebran bodas importantes, se recibe la visita de Sarah Bernardt, de la reina Victoria Eugenia, se vive el gran momento de la expo universal del 29… «El hotel es un termómetro de la ciudad, es su maqueta mitificada, la embajada de Barcelona al mundo y del mundo en Barcelona», cuenta Pujals. También lo será en la década de los 30, pero entonces plasmará una realidad muy distinta, mucho más dura. En 1928 Martín Casals Galcerán (empresario tèxtil propietario del edificio contiguo al hotel, en passeig de Gracia 68) compra el Majestic, aunque la explotación seguirá en manos de los piamonteses. Su hija Esperanza Casals se casará con Oleguer Soldevila, también empreserio téxtil . Se inicia un largo litigio que se enredará con una época oscura, de preguerra, guerra y postguerra.
Ernst Hemingway escribió allí sus crónicas de guerra y también hubo momentos entrañables y emotivos como la estancia de Antonio Machado en el hotel antes de partir hacia el exilio entre 1938 i 1939. Allí compartió tiempo con León Felipe, José Bergamín y Waldo Frank mientras escribía artículos para La Vanguardia. El hotel le ha dedicado una placa y también realizó una cena en su homenaje en el 2013. Hubo otra en 2015 para commemorar el 80 aniversario de la estancia de Lorca en el Majestic coincidiendo con el estreno en Barcelona de Doña Rosita la soltera protagonizado por Margaraita Xirgu. Los platos y vinos que se sirvieron fueron de aquel año.
En esta ocasión, la del centenario, el reto era mayor, ya que el asesor del hotel, Nandu Jubany y el chef ejecutivo David Romero, habían de seleccionar un menú que recuperara antiguos platos emblemáticos que os pongo a continuación en el renovado restaurante del hotel, que dirigirá Lluís Llamas y que ahora también tiene una terraza exterior climatizada y se nutre de productos recolectados en el huerto de los propietarios en el Maresme.
Después de una época triste, de una postguerra en que Barcelona se parecía a la Casablanca de la mítica película («se vivieron espionajes, fugas, conspiraciones», explica Pujals), el Majestic empieza una renovación que lo llevará hasta hoy a partir de la sentencia del Tribunal Supremo del 1951 que decreta que la propiedad sea de Martín Casals Galcerán. Se llevan a cabo los planes de expansión proyectados en los años 30. Esperanza y Oleguer asumen el control y después lo harán sus 8 hijos, la tercera generación que recordaban en la cena del centenario como crecieron en el edificio colindante con el hotel, que ahora forma parte del mismo.
Ellos fueron los que consiguieron la primera estrella Michelin para el hotel, de la mano del Drolma de Fermí Puig, y asumieron la más reciente reforma del hotel, que buscaba posicionarse en el lujo más moderno «con un estilo muy barcelonés, sin pensar solamente en los turistas». El autor del libro destacaba también la colección de arte contemporaneo del hotel, con más de mil piezas, y su relevancia social en la actualidad: «Es el hotel que ha acogido más actos políticos desde la transición, del 92 al 2015 en su balcón se celebraban los resultados de Convergència y todos recordamos el famoso Pacto del Majestic entre CiU i Aznar».
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