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Lo mejor del primer Moritz Feed Dog


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En el cine con Raf Simons,Twiggy, Iris Apfel… en el primer Moritz Feed Dog festival de documentales de moda.

 

El cine Aribau se llenó el jueves como si estuviéramon en los años 80 en un estreno de Star Wars. Casi 1.500 personas. La gente de la moda de Barcelona (vimos diseñadores como Josep Abril, los hermanos Ailanto, Nuria Sardá …) no se quiso perder Dior and I, el film con el que se abría la primera edición del Moritz Feed Dog, un festival de documentales de moda que toma el nombre de una pieza de las máquinas de coser y que nace con vocación de permanencia en la ciudad.



«Para empezar la singladura hemos elegido 10 títulos que repasan diferentes aspectos del mundo de la moda, desde la visión de autores a cómo nace una forma de vestir en la calle pasando por filmes que se cuestionan prácticas de la industria», explica su directora artística, Charo Mora. La historiadora y periodista se muestra más que satisfecha con un proyecto que reivindica la moda como cultura, en este caso con el cine como aliado. Detrás suyo está el equipo de In Edit, que han sabido posicionar y extender a varios países como Brasil, Alemania y Grecia, el festival de documentales de música que también iniciaron de manera discreta hace 12 años. Y que mejor para empezar una nueva aventura que hacerlo con la historia de alguien que se enfrenta a un gran reto, como fue el caso de Raf Simons cuando la casa Dior lo fichó como jefe creativo en substitución de John Galliano y tan sólo tenía 8 semanas para presentar una colección nada menos que de alta costura. Todo un éxito. En el cine hubo quién lloró y todo.

Dior and I, que se estrenaba en toda España, es un magnífico relato del trabajo y las emociones del diseñador belga en la carrera por conseguir a contrarreloj llegar a la meta: un desfile en un piso de París inundado con capas y capas de flores al modo del Puppy Flower de Koons, donde no faltaron Marc Jacobs, Alaïa, Donatella Versace, Gaultier …

Simons cautivó a  la crítica y ese fue el inicio de una nueva era creativa en la maison. Simons continúa al frente de la firma, que acaba de presentar la colección crucero en la maison Pierre Cardin de Cannes. Muy cerca, en Mónaco el pasado fin de semana Charlenne Wittstock vestía ella misma y sus dos gemelos de Dior para ser bautizados.

La cámara de Frederic Tcheng (que fue codirector en otra pequeña joya, Diana Vreeland, la mirada educada) intenta pasar desapercibida en medio de un universo aparentemente de color y fantasía pero que genera facturaciones millonarias. Más de mil millones al año.

La narración en sí misma es tan potente que no le hacen falta virguerias, aunque se permite jugar con el fantasma poètico de Christian Dior vagando de noche por las oficinas. Solo necesita adaptarse al estilo de Simons: limpio y depurado. El belga, que fue reconocido en los años 90 por su trabajo como creador de ropa masculina de vanguardia y después por la femenina que firmó para Jil Sander, reniega de su fama de minimalista. Asegura que la feminidad que desprende el New Look de Dior le resulta liberadora. Convierte vestidos corola en tops i los acompaña con pantalón.

La colección que propondrá a los talleres mezclará el romanticismo de las flores propias de la maison y de la casa natal de su fundador en Granville con la abstracción de  los cuadros de un artista contemporáneo que le encanta, Sterling Ruby, muy difíciles de reproducir en un tejido. Y lo conseguirán en cuatro piezas. La verde es exquisita:

Cuadro de Sterling Ruby

Diseño inspirado en el cuadro anterior

Nada que ver con los fuegos artificiales de Galliano. Nada de teatralidad. «Es una nueva costura», dice mientras Florence y Monique, las jefas de los talleres (y excelentes personajes secundarios) reaccionan de manera antagónica, con humor y angustia.

La cinta es en si misma un paseo por el proceso de crear algo bello, nuevo y útil para la mujer de hoy en día sin renunciar a la laboriosa artesanía de la alta costura, el último reducto del lujo en la ropa. Nos lo acerca de tal forma, que perdemos la noción de lejanía que asociamos a un mundo solo apto para millonarios. Parece que nosotros mismos hemos de terminar aquel trabajo de las eficientes costureras, que por cierto, no són precisamente el paradigma del glamur. Ni siquiera sus gafas estan de moda.  Simons habla poco, no se enfada nunca, pero quiere resultados. A su alrededor todo gira intentando adaptarse a su idea, meticulosamente expresada, mientras el film avanza a su mismo ritmo  y nos conmueve en cada paso del camino. Sufrimos cuando se para un ascensor y aplaudimos cuando Esther se estrena como modelo temblando de miedo.

Cuatro dias para disfrutar de propuestas que incluyen historias de Mods y rockeros, de personajes como Louboutin o Miguel Adrover, que no sobrevivió a la presentación de una colección inspirada en el mundo árabe dos días antes del 11-S, la vida de la excéntrica icono Iris Apfel … Y para cerrar, el histórico documental de 1989 Notebook on cities and clothes en el que Wim Wenders retrataba Yohji Yamamoto y reflexionaba sobre la manera de filmar la realidad y la vida. Al cineasta el encargo del George Pompidou lo pilló por sorpresa y afrontó el mundo de la moda como lo haría con cualquier otro. El resultado habla casi más de cine que de ropa, como todo en Wenders.

Otro gran documental que se ha podido ver es Iris, la última obra de Albert Maysles (Grey Gardens) antes de morir, que retrata a todo un icono de la moda, la rara avis Iris Apfel. «Creia que era alguien muy conocido ya por el público pero me he dado cuenta de que ha sido un descubrimiento para muchos y todo un éxito», comentaba Charo Mora poco después del pase.


El film nos descubre a la mujer que ha sabido convertir sus grandes gafas redondas y su amplia y rocambolesca colección de bisuteria «de alta costura» en un símbolo del estilo en Nueva York. Coleccionista o casi compradora compulsiva de aquellas piezas «que veo que llevan mi nombre», todo en ella es excesivo y colorista. «Se puede repartir alegria a la gente con fantasia y glamur, lo están anhelando», cuenta una mujer que rechaza la uniformidad de Manhattan.

Desde su piso de Park Avenue, repleto de vestidos de los grandes diseñadores históricos, de piezas atesoradas en sus múltiples viajes y de «un flipe de juguetes» (segun Bruce Weber), descubrimos como siente esta mujer que se casó con Carl en los años 40 con unos zapatos rosas de raso que todavía guarda: «Ahora se llevan, si estás lo suficiente por aquí, todo vuelve». Hace gala del sentido del humor y de la curiosidad que considera dos virtudes esenciales del ser humano.

Diseñadorada de interiores (hasta de la Casa Blanca de Jackie Kennedy) y durante años propietaria junto a su marido de la compañía de decoración Old World Weavers, Iris saltó a la fama global cuando su amigo del Met Harold Koda le pidió que le prestara algunas de sus piezas de bisuteria para sustituir una exposición en el museo que había fallado. El éxito fue fulgurante y la convirtió a sus 84 años en un icono de estilo.

Diez años después és una figura imprescindible del paisaje de la moda, a la que Maysles descubre también como una mujer ingeniosa, vitalista y tierna. La relación con Carl, a quién vemos cumplir 100 años emociona hasta al más heavy de los espectadores. «Es mejor ser feliz que ir bien vestido», sentencia la que posiblemente fue la primera mujer en Estados Unidos en vestir vaqueros.

Mucho antes del triunfo mediático de Iris, el documental  Twiggy: la cara de los 60 nos cuenta como la hija de un carpintero de Neasden, «el pueblo más solitario de Inglaterra» llegó a convertirse en todo un icono de moda para una generación que quería romper con la estética de sus padres. Sorpendentemente, una chica dulce de grandes ojos pintados como las muñecas «demasiado baja, demasiado delgada y demasiado divertida» que se reía con acento cockney fue la imagen de una década presidida por el Swinging London, y construyó su propio imperio.

En el documental vemos como triunfa de manera natural la forma de vestir y de vivir divertida, creativa y asequible de Carnaby Street y como lo que empezó siendo una revolución pacífica juvenil fue asimilado en poco tiempo por el negocio de la moda. El consumismo triunfaba.  Twiggy, nacida como Lesley Hornby, fue todo un antecedente de Kate Moss. El rostro de una revolución llena de minifaldas, frescura y color que dió la vuelta al mundo y vendía tanto como los Beatles.

Decorado en el cine Aribau Club

 

Con Louboutin en el Aribau Club

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